Por: Joel Jahuanchi Marca.
Los pueblos indígenas siempre serán un tema de
reflexión. De ser considerados como “chunchos
salvajes” y de “no querer ser civilizados por la palabra de Dios”, pasaron a
ser etiquetados como “sagaces etnobotánicos” y “poseedores de culturas ancestrales” que deben ser
conservadas para los ojos del hombre occidental, como si fuesen piezas de
museo.
Los pueblos indígenas son herederos de una cultura dinámica
y sus territorios ancestrales están llenos de historia y tradición. Antiguamente
los Wachiperi vivían en diferentes asentamientos distribuidos por toda la
cuenca del río Kosñipata y de los ríos Piñi Piñi, Tono, Pillcopata y afluentes,
como el río Hospital, el que lleva este nombre porque allí murieron muchos
Wachiperi por causa de la viruela. También había indígenas Wachiperi en el
sector denominado Guadalupe, en el Parque Nacional del Manu. Recién a finales
de la década del 70 del siglo pasado se constituye la Comunidad Nativa de
Queros, conformada por Wachiperi que fueron desplazados de una misión
evangélica ubicada en la parte baja del río Queros. No debemos confundir la
Comunidad Nativa de Queros con la Nación Q’ero, esta última incluye varias
comunidades campesinas de habla quechua, ubicadas en la zona alto andina de la
provincia de Paucartambo. Hago esta aclaración ya que muchas personas confunden
y piensan que la Comunidad Nativa de Queros pertenece a la misma etnia;
idiomática y culturalmente son diferentes y lo único que comparten es la cuenca
del río Queros, antiguamente llamado río San Juan por los primeros misioneros
católicos y Eori por los Wachiperi.
Cuando se habla de los Wachiperi desde la perspectiva del
Estado, de las ONGs y de otros actores externos, no se considera el legado
histórico - territorial que poseen los Wachiperi, ni la importancia de la
territorialidad para la supervivencia de la etnia. Respiremos profundamente y
reflexionemos, la etnia Wachiperi se encuentra batallando por
su existencia desde la época pre inca, considerando que otros pueblos indígenas
con menos de 50 años de contacto con el mundo externo ya desaparecieron. Cuando
se habla de los Wachiperi y se los relaciona únicamente a sus Comunidades
Nativas -las que deberían llamarse reductos indígenas- se pierde por completo el
legado histórico-territorial al que están íntimamente ligados, es decir, poco a
poco los lugares sagrados, los asentamientos antiguos y los sitios por donde andaban
los abuelos dejan de constituir elementos que forjan la identidad de los
actuales Wachiperi.
En vez de eso, vivimos el tiempo donde se declara los ensalmos
o Esuwa Wachiperi como Patrimonio de la Humanidad sin saber realmente qué se
declara, por qué se declara y cómo aportará a la construcción de la identidad
étnica. También vivimos el tiempo en que los territorios ancestrales Wachiperi
son convertidos en Parques Nacionales, Concesiones para Conservación, Concesiones
Forestales, Concesiones de Ecoturismo y Estaciones Biológicas. Notamos además que
la frase "inclusión social" es la más utilizada, aunque en realidad debería
hablarse de "exclusión social", porque entre otras cosas, resalta la
inacción de los entes electorales que no hacen respetar la cuota de comunidades
nativas y pueblos originarios en el Gobierno Regional del Cusco, y se observa
la permisibilidad de todos los actores involucrados en temas indígenas,
avalando un fraude contra los Wachiperi usando la famosa frase “así no más,
para qué hacer problemas”.
Para muchas personas ser Wachiperi implica vivir en tu Comunidad
Nativa y ser miembro reconocido por ella, y si no tienes esta condición,
entonces ya no eres Wachiperi y no tienes el derecho de reclamar por tus
derechos. Mi padre nació en las faldas del cerro Tres Cruces a consecuencia de
las correrías que sufrieron mis abuelos Wachiperi. Me pregunto ¿Dónde
debería vivir o dónde es mi tierra?
Siento que mi tierra es donde vivieron mis ancestros y este lugar no fue
impuesto por el Estado. Considero que la forma de ver la dinámica cultural de
los pueblos indígenas desde un punto de vista exclusivamente burocrático,
académico e intelectualista, hace que las cosas no salgan bien. El Estado, las ONGs
y los especialistas no tienen la capacidad de auto-reflexión, de juicio crítico
y carecen del entrenamiento para ver lo que los indígenas ven, no me refiero a
los aspectos epistemológicos, sino a la obligación de tomar en consideración
también el punto de vista del sentimiento, que es la manifestación del
espíritu, el que no está enmarcado ni etiquetado en una "Comunidad Nativa",
porque la relación de pertenencia de territorio, cultura y pueblo, transciende
el espacio y el tiempo.
Ante los entusiasmos intermitentes, las nostalgias vanas
del Estado, de las ONGs y de todos aquellos
que se toman la cabeza y rasgan sus vestiduras diciendo que los
Wachiperi están en extinción, se debería dar gracias al Gran Espíritu que es
Kinini, el Dios Wachiperi, porque en el siglo XXI existen todavía Wachiperi en los
valles del Kosñipata. La única forma de que la etnia Wachiperi prevalezca en el
tiempo será por los mismos Wachiperi, quienes deben asumir su verdadera
reafirmación, reinvención y reivindicación étnica, y así poder recorrer su
propio camino y construir su puente con profunda esperanza, con los ojos y el
espíritu abiertos, como quien es consciente de su soledad y del peligro de la
niebla que ahora los envuelve.
Felicitaciones por el articulo, entonces orientanos la ruta para unir esfuerzos en esta visión de permanencia en el tiempo de los Wachiperi.
ResponderEliminarFernando
Gracias por compartir. Estoy de acuerdo con la valoración del sentimiento como manifestación del espíritu. Me atrae su legado histórico y espiritual, deseo ayudar en revalorizar ello.
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