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Mostrando entradas de 2018

Las últimas sociedades del bienestar

La modernidad es un sistema joven, imprudente, torpe y desatento, aunque sin duda vigoroso. Su gran atractivo contrasta con sus múltiples iniquidades. La tradición, en cambio, ha envejecido en el repositorio de la sabiduría, en la comprensión profunda del medio y en la sobriedad del discernimiento. Pero un punto de vista infructuoso dicta que la tradición y la modernidad no pueden convivir, y si lo hacen se manifiestan en permanente conflicto y resquebrajamiento. No estoy de acuerdo con esta receta. Considero que la modernidad, aunque joven e insolente, de todas maneras escucha el consejo de los ancianos, valorando las lecciones, guardándolas y poniéndolas en práctica en algún momento, aunque bajo su renovado y creativo estilo.  Escucha joven, pon atención, que en las próximas líneas se manifiesta la sabiduría de una sociedad tradicional que ha envejecido a punta de ejemplos más que de discursos. He aquí una sociedad antigua que perece (o renace) con un obsequio para ti. 

Territorio y poder en la selva

La selva siempre ha sido un territorio en disputa. Desde el bichito ultra cuántico hasta el animal más corpulento, todos los seres en pugna siempre manifestaron una forma de poder, sea de dominación, adaptación, mimetismo, cooperación o sacrificio. Sin embargo, a pesar de tanta fricción, siempre hubo un acuerdo implícito entre las partes: que el sistema debía prevalecer por sobre la especie. O sea que sin importar la implicancia de ese poder, todo declinaba en la supremacía y la continuidad de la Naturaleza, quiero decir del Orbe. Es así que la selva debía seguir reproduciéndose, reconfigurándose, revelándose en forma abundante, extensa e intemporal.  Sin embargo, para que este acuerdo funcione, en las profundidades del origen se cinceló un requisito: vivir con lo imprescindible y compartir con abundancia, eso que hoy llamamos equilibrio.  El gran aporte del hombre moderno ha sido romper ese acuerdo y tergiversar el requisito, poniendo la elegante excusa del bienestar y el

Paititi: Historia del un reino perdido

Comentario del libro de Vera Tyuleneva (2018) Encontrar el Paititi es una ilusión que tiene 486 años de vigencia. El anhelo por alcanzar el tesoro escondido de los incas, constantemente señalado hacia el este de los Andes, en la espesura del bosque amazónico, ha generado más de una fiebre a las personas hinchadas de ambición, codicia, fama, gloria o reconocimiento. ¿Por qué es tan recurrente la búsqueda del Paititi? ¿Por qué nuestra era nos antepone la riqueza y el reconocimiento como requisito para ser gente? Volveré sobre estas preguntas al final de mi comentario, solo quiero adelantar que desde mi punto de vista la búsqueda del Paititi y de su afamada riqueza, es una empresa vacua, superficial. Mitos rotos. El libro de Vera Tyuleneva se instala en el bagaje académico como un auténtico rompe mitos. El rigor y la acuciosidad científica siempre fueron parte de la personalidad de Vera, así que no me sorprende que haya puesto la mira en uno de los mitos más recurrentes de

Fundamentalismos y encrucijadas en la selva

En el andar de este alegre peregrino del bosque y el río, hubieron muchas anécdotas que me provocaron más de una risa histriónica. Hoy les voy a contar una que escuché hace mucho tiempo, pero que las lecciones y las risas aún mantienen la misma intensidad. Un día llegué a la Misión de Kirigueti, que entonces era regentada por uno de los misioneros dominicos más finos que pudiera haber, el Padre Santiago Echevarría. Él me contó esta historia de lo más inverosímil, aunque su versión fue labrada como un hecho sin importancia, una bagatela que no servía ni para el chisme. Así es el Padre Santiago, tiene la virtud de rebajar los hechos descomunales a palabras sobrias, aunque termina acuñando la lección con una finísima ocurrencia. Y así les cuento que había una jovencita del bosque y del río que estudiaba en el internado de la misión, tendría 14 años, era fresca, original, suelta, extrovertida, conversadora, de ánimo virtuoso, de una raza radiante y una belleza inefable. Pero

Padre, hermano o lingüista

Algo extraordinario ocurre mientras doy un paseo por la calle principal de la comunidad nativa de Nueva Luz: al tiempo que cosechan camote, un grupo de señoras me señala con sus miradas y murmullos. Me acerco con cautela y finjo desinterés. (Nadie en su sano juicio reta a un grupo de mujeres matsigenka, ya que puede salir desplumado). Una de ellas toma la palabra y me lanza una pregunta retadora: “¿Tú, me reconoces o no?”. Las demás la secundan con la mirada sin perder el ritmo de la cosecha y el murmullo. Trastabillo, dudo, me agarran frío. Guardo silencio mientras recupero la compostura y respondo con la misma velocidad con la que fui interpelado: “Claro que me acuerdo de ti, la otra vez me invitaste masato en tu casa”.  Gracias a Dios mi memoria recordó un evento que sucedió hace seis meses. La señora sonríe con mi respuesta y las demás también. El murmullo cambia de tono y se torna amigable. He pasado la prueba. Mientras se alejan con su camote, la mujer me lanza otro reto

Nacer matsigenka. Reseña del libro

Es un hecho que las autoras son las niñas, adolescentes, madres, abuelas y sabias parteras de la Comunidad Nativa de Camisea (distrito de Megantoni, provincia de La Convención, Cusco, Perú). La recopilación de los textos fue realizada por Brenda Araujo Salas, antropóloga que realiza sus estudios en la zona. Los dibujos y la traducción al matsigenka estuvieron a cargo de Yaquemilsa Matiashi Vicente, joven matsigenka de Camisea.  El libro te atrapa de inmediato. Es el diseño, el formato, los dibujos y los textos. Cuando recibí el libro me quedé sentado buen rato ojeándolo, atraído por las imágenes y emocionado por el alcance de la propuesta. Leerlo fue mucho más fácil todavía, porque los textos son cortos y sustanciales. El mensaje es concreto y aleccionador. Sin duda fue pensado para la mujer matsigenka. Aquí ella aprenderá -o recordará- qué hacían las antiguas en su transcurrir de ser mujeres, en la primera menstruación, en el embarazo, en el parto, en el post parto y en el cu

La gente del bosque y del río en el Bajo Urubamba

A lo largo de esta conferencia me gustaría responder de manera breve y reflexiva las siguientes preguntas: ¿Qué son Pueblos Indígenas y por qué no concuerdo con su definición? ¿Qué es el Bajo Urubamba y cuáles son sus límites? ¿Qué pueblos indígenas hay en el Bajo Urubamba y cuál es la situación de su cultura ancestral, ahora, en pleno apogeo del boom gasífero? (Conferencia ofrecida en la ciudad de Quillabamba, el 06 de julio de 2018, en el marco de la Segunda Feria del Libro “Alfredo Encinas Martín”). ¿Qué son pueblos indígenas? El término fue elaborado y acuñado por las Naciones Unidas en 1989. Los “Pueblos indígenas” son aquellos grupos de personas cuya forma de vida y de organización es distinta a otros sectores de la población moderna, y que están regidos por sus propias tradiciones. Los pueblos indígenas son además descendientes de los grupos humanos que estuvieron antes del proceso de colonización o definición de fronteras, quienes conservan parte o la totalidad de su

El peso de la intuición entre la gente del bosque y del río

He querido titular este post con el nombre de una moneda que cada vez está en desuso. En efecto, para algunos la intuición es una habilidad inservible en esta era de la lógica y la razón. ¿Piensas lo mismo verdad? Pero déjame decirte que tú también tienes la habilidad de conocer, comprender y percibir algo de manera clara e inmediata sin la intervención de la razón, aunque tu pensamiento moderno siempre encuentra la forma de evitar dicha habilidad. Tranquilízate, a mí me pasa igual. Incluso debo confesarte, en voz baja, que recuperar tu intuición no es un camino irreversible.  Puedo decir con certeza que la gente del bosque y del río aún vive de la intuición. Confían en ella para solventar el día a día. Las hermanas más fieles de la intuición son los sueños, las visiones y las manifestaciones sutiles de los demás seres del entorno. Como hermanas, soportan la intuición convirtiéndola en una estructura sólida y uniforme, y por lo tanto fácil de sentir y leer si has recibido el

El río, el bosque y su gente. Una travesía imperecedera a lo largo y ancho de la inmensidad

El viaje es largo. El río parece interminable a tal punto que no puedo comprender de dónde viene tanta agua y a dónde va. Más aún, cómo es que el río tiene vida propia, ya que se mueve y discurre por donde le place, sin preguntar, con fuerza y contundencia. Hace su camino a su manera. Solo la gente del río, la que vive en sus orillas, tiene la paciencia para comprenderlo y aceptar sus excentricidades. Pero el verdadero misterio del río es la variedad de su riqueza: peces, insectos, bichos prehistóricos, seres extraños. Claro, al río no le importan esos detalles y sigue transcurriendo como si ese fuera su propósito.  Puede que el bosque tenga la misma peculiaridad. Crece incondicionalmente donde encuentra manera de hacerlo, se levanta donde el viento le dice que hay oportunidad, se enmaraña donde no llega la luz del sol. El bosque es espontáneo, constante y perseverante. Crece, aumenta, se incorpora una y otra vez. Ofrece verdor, frutos, aves, animales, humus, hojas, bichos. El

La pastilla y el ícaro. Dos formas de sanación independientes

Solo en esta era y en este lugar, donde se superponen tradición y modernidad, la gente asiste indistintamente al consultorio de un médico o busca al shaman. La finalidad es la misma: el deseo de sanarse, de curarse, de acabar con las dolencias y las aflicciones. En efecto, las pastillas son muy útiles, porque la súper concentración de químicos explota inmediatamente en el cuerpo del enfermo, generando una sensación de cura casi instantánea. Uno sigue las indicaciones de la receta y en unos días o semanas el cuerpo está sanito. Desde luego, hay tratamientos mucho más largos y agotadores, incluso dolorosos e interminables. Pero vamos, la pastilla concentrada puede casi con todo, incluso, paradójicamente, con las partes sanas del cuerpo. (Parece que la química excesivamente concentrada está tan “concentrada” en curar que también mata las partes sanas). El tratamiento ordinario de la receta con pastilla, en el mejor de los casos, cura el dolor y las heridas, pero no puede hace

Carreteras. La sugerente posición de la gente del bosque y del río

Para la gente del bosque y del río cualquier excusa es válida para caminar, abrir trocha, andar, navegar, salir, conocer, visitar. Lo siento, no conocen límites Entre tantos árboles y vegetación, con esta sombra que parece noche, tengo la sensación de que el bosque es una frontera peligrosa e infranqueable. ¿Cómo salir de aquí? ¿Hacia dónde voy? ¿Qué es ese ruido?…Me encojo. Los compañeros de ruta me dan alcance otra vez, quiero decir que regresaron por mí, ya que el ritmo de sus pies descalzos parece retar a la mismísima distancia. (Cuando se reta la distancia, se reta al tiempo, y si se reta al tiempo hay riesgo de volverse intemporal). Saben que estoy exhausto. Aprovechan para orinar mientras me recupero. Ni modo, a continuar, así me insisten con una mirada paciente. Se levantan raudos y develan con sus manos un inexistente camino, contornean sus cuerpos para ingresar. El machete hace lo suyo. La escopeta a la espalda. Caminan como si estuvieran de shopping en un gigan

El evangelio del don. La elocuente simplicidad en el acto de dar

Para esta gente, dar, al igual que recibir y devolver, es una actitud naturalmente arraigada en todos los seres Es Semana Santa por estos lares. El fervor católico parece desarrollarse lejos, allá en los poblados o ciudades donde existe una misión o una iglesia. Aquí, donde el aroma del río y la refrescante lluvia prevalecen, Jesús y la semana que definió su legado son apenas un rumor, una noticia acogedora. El ritmo de la gente sigue pautado por la creciente del río, la palizada, la lluvia, el cultivo de la chacra, la pesca, la caza, las visitas, el fútbol y el abundante masato. Un día más en el cíclico verdor. ¿Cómo encontrar el Evangelio en este lugar? En estos lares el manual del cristiano no tiene piso. Tampoco tiene techo. Aquí los principios teológicos y de supervivencia están escritos en el bosque, en el río, en la sabia continuidad de la naturaleza. Cada ser, animal, planta, mineral o espíritu, ofrece una sustanciosa parábola. La Buena Nueva está escrita por la Na

Contacto Pacífico

Talvez los pueblos amazónicos “aislados” sean el mayor misterio social del siglo 21. Lo único que sabemos con certeza es que atacan a las personas que “pasaban por allí”. Los titulares de la prensa estallan con fotos de las flechas de los “mashcos” o testimonios de los familiares de las víctimas. La foto oficial de la noticia es un hombre “calato” con bigote y un corte de pelo futurista. Las redes sociales estallan criticando a quienes intentaron invadir a los “aislados” mientras hacen apología de “su territorio prístino”. Las entidades del Estado encargadas del asunto tropiezan con sus argumentos y solo se gastan en “coordinaciones”, sin mostrar salidas concretas. El público sigue intrigado y dado que es un misterio lo que pasa por la mente de los “aislados”, el campo de las especulaciones es fértil y sugerente: “Los aislados defienden su territorio”, “los aislados quieren seguir aislados, rechazan el contacto”, “los aislados están en pie de lucha por el genocidio del caucho”