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Mostrando entradas de abril, 2018

El río, el bosque y su gente. Una travesía imperecedera a lo largo y ancho de la inmensidad

El viaje es largo. El río parece interminable a tal punto que no puedo comprender de dónde viene tanta agua y a dónde va. Más aún, cómo es que el río tiene vida propia, ya que se mueve y discurre por donde le place, sin preguntar, con fuerza y contundencia. Hace su camino a su manera. Solo la gente del río, la que vive en sus orillas, tiene la paciencia para comprenderlo y aceptar sus excentricidades. Pero el verdadero misterio del río es la variedad de su riqueza: peces, insectos, bichos prehistóricos, seres extraños. Claro, al río no le importan esos detalles y sigue transcurriendo como si ese fuera su propósito.  Puede que el bosque tenga la misma peculiaridad. Crece incondicionalmente donde encuentra manera de hacerlo, se levanta donde el viento le dice que hay oportunidad, se enmaraña donde no llega la luz del sol. El bosque es espontáneo, constante y perseverante. Crece, aumenta, se incorpora una y otra vez. Ofrece verdor, frutos, aves, animales, humus, hojas, bichos. El

La pastilla y el ícaro. Dos formas de sanación independientes

Solo en esta era y en este lugar, donde se superponen tradición y modernidad, la gente asiste indistintamente al consultorio de un médico o busca al shaman. La finalidad es la misma: el deseo de sanarse, de curarse, de acabar con las dolencias y las aflicciones. En efecto, las pastillas son muy útiles, porque la súper concentración de químicos explota inmediatamente en el cuerpo del enfermo, generando una sensación de cura casi instantánea. Uno sigue las indicaciones de la receta y en unos días o semanas el cuerpo está sanito. Desde luego, hay tratamientos mucho más largos y agotadores, incluso dolorosos e interminables. Pero vamos, la pastilla concentrada puede casi con todo, incluso, paradójicamente, con las partes sanas del cuerpo. (Parece que la química excesivamente concentrada está tan “concentrada” en curar que también mata las partes sanas). El tratamiento ordinario de la receta con pastilla, en el mejor de los casos, cura el dolor y las heridas, pero no puede hace

Carreteras. La sugerente posición de la gente del bosque y del río

Para la gente del bosque y del río cualquier excusa es válida para caminar, abrir trocha, andar, navegar, salir, conocer, visitar. Lo siento, no conocen límites Entre tantos árboles y vegetación, con esta sombra que parece noche, tengo la sensación de que el bosque es una frontera peligrosa e infranqueable. ¿Cómo salir de aquí? ¿Hacia dónde voy? ¿Qué es ese ruido?…Me encojo. Los compañeros de ruta me dan alcance otra vez, quiero decir que regresaron por mí, ya que el ritmo de sus pies descalzos parece retar a la mismísima distancia. (Cuando se reta la distancia, se reta al tiempo, y si se reta al tiempo hay riesgo de volverse intemporal). Saben que estoy exhausto. Aprovechan para orinar mientras me recupero. Ni modo, a continuar, así me insisten con una mirada paciente. Se levantan raudos y develan con sus manos un inexistente camino, contornean sus cuerpos para ingresar. El machete hace lo suyo. La escopeta a la espalda. Caminan como si estuvieran de shopping en un gigan

El evangelio del don. La elocuente simplicidad en el acto de dar

Para esta gente, dar, al igual que recibir y devolver, es una actitud naturalmente arraigada en todos los seres Es Semana Santa por estos lares. El fervor católico parece desarrollarse lejos, allá en los poblados o ciudades donde existe una misión o una iglesia. Aquí, donde el aroma del río y la refrescante lluvia prevalecen, Jesús y la semana que definió su legado son apenas un rumor, una noticia acogedora. El ritmo de la gente sigue pautado por la creciente del río, la palizada, la lluvia, el cultivo de la chacra, la pesca, la caza, las visitas, el fútbol y el abundante masato. Un día más en el cíclico verdor. ¿Cómo encontrar el Evangelio en este lugar? En estos lares el manual del cristiano no tiene piso. Tampoco tiene techo. Aquí los principios teológicos y de supervivencia están escritos en el bosque, en el río, en la sabia continuidad de la naturaleza. Cada ser, animal, planta, mineral o espíritu, ofrece una sustanciosa parábola. La Buena Nueva está escrita por la Na