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Brujería y sanación durante las epidemias. Una mirada desde la gente del bosque y del río

Ensayo.- 

La pandemia provocada por el virus COVID-19 ha impuesto sus condiciones al mundo: aislamiento social obligatorio, inamovilidad social, uso de mascarillas y distanciamiento social. La única forma de terminar con esto es, al parecer, que llegue la vacuna, nuestra panacea.

Nadie discutirá que la pandemia fue provocada por el virus SARS-CoV-2, más conocido como el Coronavirus. Nadie discutirá que la solución es la esperada vacuna o, en todo caso, los medicamentos recomendados por las instituciones de salud pública. 

Pero entre la gente del bosque y del río, una epidemia obedece a causas distintas y, por lo tanto, merece tratamientos diferentes. ¿Es la causa de la enfermedad un virus o una bacteria? ¿La epidemia se debe a los contagios que provocan personas externas? ¿La epidemia se descontrola por las precarias condiciones de salud en las comunidades nativas? ¿Son las vacunas, los antibióticos y el multifacético paracetamol las únicas posibilidades de sanación en la selva? Pues no. 

Entre la gente del bosque y del río amazónico, las epidemias tienen causas y soluciones distintas. Más allá del sistema de salud tradicional, como el uso de plantas medicinales y los rituales de sanación, hay un sistema de pensamiento que permite identificar y regular las epidemias. 

Entonces ¿Cuál es la causa de las epidemias según la gente del bosque y del río amazónico? ¿Cómo la gente regula las epidemias o cómo se deshace de ellas?

En primer lugar, para la gente del bosque y del río, la causa de las epidemias es la brujería, un proceso ritual o formas de comportamiento que se manifiestan con la intención de causar daño, enfermedad y muerte. 

En segundo lugar, la gente del bosque y del río regula las epidemias o se deshace de ellas identificando a la persona que causó la brujería, para luego confrontarla y expulsarla.

La gente del bosque y del río

Desde enero de 2015 hasta marzo de 2020 he visitado varias comunidades nativas de la provincia de La Convención, en el departamento del Cusco, Perú. 

Según la información especializada, en esta zona viven los siguientes grupos étnicos: matsigenka, nanti, kirineri, kakinte, yine y ashaninka, todos pertenecientes a la familia lingüística arawak (Instituto Nacional de Estadística e Informática [INEI], 2009; Ministerio de Educación [MINEDU], 2013; Ugarte, 2013; Pinedo, 2017; Ministerio de Cultura del Perú [MINCU], s.f.).

Propongo englobar a dichas etnias en una categoría que permita identificar aspectos comunes. Los llamaré “la gente del bosque y del río”, porque su sistema de creencias y su existencia se debe a la interacción que mantienen con el bosque y el río amazónico (cf. Pinedo, 2018).  

Es a partir de esta interacción primigenia que la gente se acerca a la modernidad, reproduciendo su sistema de valores o utilizándola como marco interpretativo. Por ejemplo, en pleno proceso de modernización del Alto y Bajo Urubamba, la gente del bosque y del río considera que la causa de las enfermedades incontrolables es el “daño” o a la “brujería”.

Epidemia y brujería

La epidemia y el establecimiento de salud

Durante mi estadía en la provincia de La Convención, tuve la oportunidad de presenciar cuatro epidemias: tos ferina (2014), fiebre tifoidea (2015), H1N1 (2016) y leptospirosis (2019). 

¿Qué es una epidemia? Según la Real Academia Española (RAE, 2019), es “una enfermedad que se propaga durante algún tiempo por un país, acometiendo simultáneamente a gran número de personas”. También dice: “Mal o daño que se expande de forma intensa e indiscriminada”.

Según el Ministerio de Salud (MINSA, 2006), la epidemia es una “manifestación de casos de una enfermedad (o un brote), en una comunidad o región, con una frecuencia que exceda netamente a la incidencia normal prevista” (p. 4). 

El brote es “una epidemia localizada o un aumento localizado en la incidencia de una enfermedad en una localidad, pueblo o una institución cerrada” (MINSA, 2006, p. 3).

Muchos epidemiólogos usan los términos brote y epidemia de forma indiferente, pero el público en general suele asociar el término “epidemia” a una situación de crisis. Algunos epidemiólogos restringen por ello el uso del término “epidemia” a situaciones que involucran gran número de personas afectadas en una amplia zona geográfica (MINSA, 2005a).

Las cuatro epidemias que mencioné, bien pueden considerarse como “brotes epidemiológicos”, ya que no afectaron a toda la cuenca donde yo estuve, sino a varios poblados de una sub cuenca. 

Fue durante la epidemia de leptospirosis del año 2019 cuando me percaté de la importancia del “daño” o de la “brujería”, ya que la gente consideraba que esta era la causa de los contagios y de las muertes. 

¿Qué es la leptospirosis? Según Bush (2020), “es una infección potencialmente grave causada por las bacterias Leptospira, que son bacterias en forma de espiral llamadas espiroquetas”.

La mayoría de las personas se infectan mediante el contacto con tierra o agua contaminada. La leptospirosis aparece en muchos animales domésticos y salvajes, incluyendo ratas, perros y animales de granja. Algunos animales actúan como portadores y albergan las bacterias en su orina; otros enferman y mueren. La infección puede contraerse directamente, a través del contacto con animales infectados, o indirectamente, por contacto con la tierra y el agua contaminadas por la orina infectada (Bush, 2020).

Los síntomas de la enfermedad son: fiebre, dolor de cabeza, dolor de garganta, fuertes dolores musculares en las pantorrillas y en la espalda y escalos fríos. Los ojos se enrojecen mucho. Algunas personas presentan tos, en ocasiones acompañada de sangre, y dolor torácico. A menudo los tejidos que recubren el encéfalo y la médula espinal se inflaman (meningitis), provocando rigidez en el cuello y dolor de cabeza (Bush, 2020).

Una forma grave de la enfermedad, potencialmente mortal, presenta fiebre, ictericia (color amarillento de la piel y de la parte blanca de los ojos provocada por el daño hepático), insuficiencia renal y tendencia hemorrágica. Aunque el hígado y los riñones son los órganos más afectados, también se pueden comprometer los pulmones y el corazón (Bush, 2020).

El tratamiento se realiza con antibióticos, como amoxicilina o doxiciclina, por vía oral. En los casos graves pueden administrarse antibióticos como penicilina o ampicilina, por vía intravenosa (Bush, 2020).

La epidemia duró cuatro meses en el poblado donde yo estuve. En este periodo murieron cuatro personas, tres adultos y un recién nacido.

El personal de salud donde se originó el brote poco pudo hacer. Para empezar, la Posta está clasificada en la categoría I-1 (Red de Servicios de Salud de La Convención, 2017), es decir, ofrece cuidados esenciales mínimos y, en caso de epidemia, solo puede identificar y notificar los riesgos epidemiológicos (Ministerio de Salud [MINSA], 2005b, pp. 30-42). Pero es difícil cumplir con esto, dado el desabastecimiento de la farmacia y los desperfectos del sistema de radiocomunicación de la Posta. 

Por otro lado, la categoría I-1 no contempla un personal médico de planta, solo itinerante, aunque muy pocas veces este personal visita la Posta. Eso sí, debe haber como mínimo un/a técnico en enfermería, un/a enfermera y/o un/a obstetra (MINSA, 2005b, p. 30). Pero muchas veces esto tampoco se cumple. Así, a la inexistencia del profesional médico, a veces se suma la ausencia total o parcial del personal de salud.

El problema se agrava cuando las personas enfermas llegan al establecimiento de salud en estado crítico. En estos casos no se puede hacer mucho, más allá de proveer antibióticos, analgésicos y esperar la referencia.

Desde luego, cuando se presenta una urgencia o emergencia, el personal de salud tiene la facultad de referir al paciente a otro establecimiento de mayor categoría (MINSA, 2005b, p. 30-42). El más cercado está a ocho o 15 horas de viaje por vía fluvial, dependiendo del caudal del río y de la carga que lleva el bote. Pero el caudal del río no es el único problema. La ausencia de una tripulación permanente, la falta de combustible y de un bote en óptimas condiciones, retrasan o no permiten el traslado de los pacientes. 

La brujería

Según la Real Academia Española (RAE, 2019), brujería “es el conjunto de prácticas mágicas y supersticiosas que ejercen los brujos y las brujas”. 

Una definición interesante. Primero porque hace referencia a la magia, que es el “arte o una ciencia que produce resultados contrarios a las leyes naturales” (RAE, 2019). En segundo lugar, porque menciona la superstición, que es “una creencia extraña a la fe religiosa y contraria a la razón” (RAE, 2019). Superstición también se define como “la fe desmedida o valoración excesiva respecto de algo. Por ejemplo, la superstición de la ciencia” (RAE, 2019).

Me parece una definición moderna y elegante, porque le quita parte del peso negativo que se le atribuye a la palabra “brujería”. En vez de ser un término proscrito, ligado a la “herejía” y a la conducta “primitiva”, ahora tiene rango de magia y superstición. ¡No ha cambiado mucho, ¿verdad?!

Sin embargo, por más moderna y elegante, esta definición no incluye la dimensión social y moral de la brujería. Así mismo, al etiquetarla como superstición, la RAE (2019) evidencia el espaldarazo que la fe religiosa occidental le da al sistema de creencias de la gente del bosque y del río.

Veamos un punto de vista antropológico sobre la brujería. Max Gluckmann (1944/1976), antropólogo sudafricano que estudió a los lozi y a los azande del África, escribió: “mientras que la ciencia ofrece explicaciones fortuitas a eventos casuales o causales que interfieren en la salud de la gente, el africano piensa que este evento que causó un daño evidente se debe a la brujería” (p. 15). 

Pongamos un ejemplo: cuando aparece una enfermedad en las comunidades nativas, el personal de salud pública ofrece una explicación científica al respecto: se trata de un virus o de una bacteria que está afectando a las personas debido a la nutrición deficiente, a la inadecuada higiene o la ausencia de servicios de saneamiento básico. Mientras tanto, la gente del bosque y del río, al ver la ineficacia del sistema de salud público y de su propio sistema de salud tradicional, automáticamente atribuirá la causa de la enfermedad al “daño” o a la “brujería”.

De esta forma, la brujería explica el por qué, pero no el cómo suceden las desgracias. Así, cuando alguien sufre una desgracia, la gente piensa que un brujo está actuando en contra de ellos. Por esta razón, la brujería opera como teoría de las causas, es una explicación de causalidad. La brujería es una teoría moral, pues los brujos son personas malas, envidiosas, maliciosas que odian (Gluckmann, 1976, pp. 15-17).

Siguiendo los aportes de Gluckmann y mi experiencia de campo, definiré brujería de la siguiente forma: 

a) Es una práctica ritual que tiene el propósito de trasladar, introducir o incubar una enfermedad en una persona, con la finalidad de hacerle daño y causarle la muerte de forma súbita o paulatina. 

b) Es el conjunto de comportamientos, actitudes y palabras que trasgreden las reglas morales y de convivencia social, generando malestar, daño, enfermedad y muerte en las personas. 

La primera definición indica que la brujería es una acción deliberada o intencional. Por ejemplo, una persona tiene la intención de hacer daño a otra por medio del ritual. La segunda definición, en cambio, plantea que la brujería puede ser premeditada como no. Por ejemplo, una persona se comporta de manera inapropiada sin saberlo o puede hablar mal de alguien sabiéndolo, generando en sus interlocutores incomodidad, malestar y zozobra sicológica. 

Ambas definiciones, sin embargo, están entrelazadas, ya que la primera presenta el lado místico-ritual de la brujería, mientras que la segunda hace referencia al lado socio-moral. 

De la epidemia al “daño”.

Para el personal de salud del poblado, era indudable que la bacteria leptospira estaba causando la enfermedad y la muerte. Su diagnóstico clínico era indiscutible. Estaban presenciando un brote epidemiológico, pero la gente tenía otra interpretación. 

Cuando los síntomas de la enfermedad empezaron a generalizarse, la gente acudió a las plantas medicinales. Un amigo cercano me dijo que preparó baños de vapor e ingirió preparados con “las plantas más poderosas” que había en el bosque. La mayoría hizo lo mismo. Yo no descarto que algunos hayan acudido a sus prácticas de sanación más íntimas, como la aspiración del rapé de tabaco y la ingesta de la ayahuasca, dos plantas sicoactivas.

La mayoría se recuperó luego de una semana o dos, pero otros no. Un joven del lugar que nos acompañaba se deterioró tan rápido que murió a los seis días de haberse presentado los síntomas. Al principio su familia lo trató con plantas medicinales, pero no resultó. Ya deteriorado, lo llevaron a la Posta de Salud, donde falleció. 

Uno de los aspectos de la enfermedad que sorprendió a la gente, fue que los enfermos morían rápidamente, “de un momento a otro”. La enfermedad fue implacable, no les dio la oportunidad de restablecerse. Esta es una circunstancia inusual para la gente del bosque y del río, ya que la enfermedad no puede provocar muertes tan repentinas. La gente decía: “cómo van a morir tan rápido, debe ser otra cosa”. 

Todas las personas coincidían en tres situaciones: que la enfermedad se había esparcido rápidamente, que los síntomas eran difíciles de curar y que la gente había muerto de manera fulminante. Cuando esto sucede, la explicación inevitable es que alguien está causando “daño” o “brujería”.

Con esta sospecha, que más parece certeza, la gente no acude al establecimiento de salud, porque sabe que allí ni el personal ni las medicinas occidentales pueden ayudar. Para la gente, está claro que no se trata de una epidemia causada por una bacteria indistinguible, sino que es la brujería o el “daño”. 

Desde luego, las precarias condiciones en que trabaja el personal de salud no ayudan a revertir la explicación de la brujería. Se podría decir que la brujería, como la causa de la enfermedad y la muerte, empieza con una sospecha, pero la ineficacia del sistema de salud público termina por convertirla en una certeza.

Dado que la medicina tradicional y la “magia” de la medicina occidental no son suficientes para controlar la enfermedad y la muerte, entonces se consolida la única explicación posible, que la causa es la brujería, o como ellos dicen “el daño”.

¿Quién está causando el daño?

Para la gente del bosque y del río, el hecho que la enfermedad y la muerte hayan sido causadas por la brujería no les conmocionó tanto como a mí, que me sentí en riesgo de quedar embrujado. Sabía que algún antibiótico podría acabar con la bacteria leptospira, pero ¡cómo protegerme de la brujería! Eso era otro level.

A la gente no le preocupaba la brujería, porque convive con ella y tarde o temprano la combatirá bajo sus términos. Más bien empezaron a preguntarse quién era esa persona que estaba actuando en contra de ellos. Su afán era identificar al causante. Me sorprendió que no buscasen presencias abstractas, como espíritus o manifestaciones de la naturaleza, al contrario, querían sujetar su explicación a una persona en concreto, en un ente social capaz de ser confrontado. 

Solo había una forma de saberlo, se tenía que consultar al curandero. La teoría antropológica (Evans-Pritchard, 1937/1976; Lévi-Strauss, 1974/1995; Douglas, 1970/1976), menciona que el shamán no sólo es capaz de sacar el daño, sino también ayuda a identificar al causante de la brujería, para luego iniciar el proceso de reversión.

Por alguna razón, la gente no quería preguntar al curandero local, así que tratamos de organizar una apoteósica expedición para visitar a otro curandero, que vivía a seis horas de viaje río abajo. Nuestro plan era llevar a todas las personas que estaban en la fase crítica de la enfermedad. No logramos hacer nada. Así como la Posta de Salud, también tuvimos problemas de logística. 

Ante la imposibilidad de ir al curandero de fuera, los rumores de quién podría ser esa persona causante del daño se ampliaron de manera sorprendente. Todas las personas externas al poblado éramos potenciales sospechosos, aunque no se descartaban causantes internos. 

Finalmente, el poblado se reunió y determinó que una persona, el esposo de la profesora, que había venido de otra comunidad, era el causante del daño. Hubo una confrontación pública con él y lo expulsaron. La enfermedad cesó. Encontraron a Jonás. 

Es necesario recordar la historia del profeta Jonás. Él creyó que podía huir de la tarea que le había encomendado Jehová. Subió a un barco y se largó. Jehová lanzó una tempestad tal, que la tripulación del barco clamaba piedad. Se preguntaban “¿Quién podría ser el causante de esta desgracia?” Echaron suertes y el “premio” salió para Jonás. La única forma de calmar la tormenta, a sugerencia del propio Jonás, fue que lo echaran al mar. Así se hizo y la calma regresó (Biblia Reyna-Valera, 1960/2010, Jon. 1:1-16). 

De esta forma, para la gente del bosque y del río, toda enfermedad que se vuelve incontrolable tiene su origen en un conjunto de comportamientos y deseos que, de manera intencionada o irreflexiva, ocasionan daño moral y físico. La entidad que causó el daño no es abstracta, ininteligible, invisible o desconocida, es un alguien, una persona, un individuo, un ser social que requiere ser identificado, confrontado y expulsado.

Considero, además, que el daño o la enfermedad tiene causas sociales y morales. Sociales, porque la gente le atribuye la culpa a una persona. Morales, porque esta persona manifestó comportamientos inapropiados. 

Pongamos un ejemplo. Al Jonás de nuestra historia, la gente lo describió como mezquino, abusivo e irrespetuoso. Según dicen, Jonás, cuando pedía comida, no se contentaba con lo que le daban, sino que exigía las mejores presas de la caza y la pesca. Y cuando a él se le iba a pedir favores, éste siempre se negaba o compartía las presas menos apetecibles. 

Así también, lo acusaron de que, durante las masateadas, se burlaba de la gente riéndose y haciéndoles bromas constantes, sin que nadie más pueda burlarse de él. 

Esas fueron las acusaciones de las que me enteré. Seguramente habría que indagar más en la forma cómo esta persona se llevaba con la gente de la comunidad, porque sospecho también que detrás hubieron otros intereses. Pero no es tema del presente ensayo. 

Desde luego, tanto el personal de salud como yo, tratamos de convencer a la gente que la enfermedad se debía a la bacteria leptospira, pero fue en vano. Unos meses después, rebuscando entre las pertenencias que Jonás había dejado, alguien encontró una bolsa de plástico con raíces y cortezas medicinales. Esta fue la prueba irrefutable de los insumos que utilizaba Jonás para su brujería. Se cumplió aquel precepto judicial: pruebas al cántaro. 

Conclusiones

Para la gente del bosque y del río, la causa de las epidemias son las intenciones y comportamientos inapropiados que algunas personas manifiestan de manera premeditada o involuntaria.

Si una persona no sigue las reglas morales y de comportamiento virtuosas, como el compartir, la reciprocidad, la hospitalidad, la solidaridad, la verdad, el respeto, la honorabilidad y el balance de lo justo, entonces la gente será proclive a caer en una serie de desgracias y enfermedades incontrolables que causarán la muerte. 

Así también, la gente del bosque y del río personifica el daño. No le cuaja la idea de que las enfermedades incurables sean producto de entidades ambiguas e incognoscibles como “un virus” o “una bacteria”. No es posible confrontar a un virus, reclamarle y luchar, al menos no en el plano social. El punto es que la gente del bosque y del río requiere personalizar el daño para tomar las medidas correctivas.

Finalmente, considero que es importante conocer las reglas sociales y morales que subyacen a la brujería, por dos razones. La primera, porque la gente que visita las comunidades nativas debe comportarse de manera apropiada, guardando los valores locales, no sea que “sin querer queriendo” terminen siendo señalados como Jonás. La segunda razón es religiosa. Ya es hora de cambiar el estigma que pesa sobre la brujería al tildarla de “superstición” y “herejía”. Se debe observar la dimensión social y moral de esta práctica con la finalidad de construir puentes de diálogo humanista y, porqué no, generar interacciones teológicas.

Referencias

Biblia Reina-Valera. (2010). Biblia bilingüe. (Trabajo original publicado en 1960)

Bush, L. (2020). Introducción a las bacterias. En Manual Merck. Versión para público general. Merck Sharp & Dohme Corp. https://www.merckmanuals.com/es-us/hogar/infecciones/infecciones-bacterianas-introducci%C3%B3n/introducci%C3%B3n-a-las-bacterias?query=bacteria

Douglas, M. (1976). Brujería: el estado actual de la cuestión. Treinta años después de brujería, oráculos y magia entre los azande. En Anagrama (Ed.), Ciencia y brujería (pp. 31-72). Anagrama. (Trabajo original publicado en 1970).

Evans-Pritchard, E. E. (1976). Brujería, magia y oráculos entre los azande. Anagrama. (Publicado originalmente en 1937).

Gluckmann, M. (1976). La lógica de la ciencia y de la brujería africanas. En Anagrama (Ed.), Ciencia y brujería (pp. 7-30). Anagrama. (Trabajo original publicado en 1944).

Instituto Nacional de Estadística e Informática. (2009). Censos Nacionales 2007: XI de población y VI de vivienda. Resumen Ejecutivo. Resultados definitivos de las comunidades indígenas. INEI

Lévi-Strauss, C. (1995). Antropología estructural. Paidós (Trabajo original publicado en 1974).

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Pinedo, D.H. (2017). Las lenguas y las culturas amazónicas en la región del Cusco. Una inquisición humanista. Amazonía y Pueblos Indígenas. https://amazonia-indigenas.blogspot.com/2017/07/las-lenguas-y-las-culturas-amazonicas.html 

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Ugarte, A. (2013). Las etnias amazónicas del departamento del Cusco. Lex, 11(11), 353-398. http://revistas.uap.edu.pe/ojs/index.php/LEX/article/view/15

Donaldo Humberto Pinedo Macedo

Cusco, 02 de diciembre de 2020

El presente texto fue preparado luego de la conferencia: “Brujería y sanación durante la epidemia. Una mirada desde la gente del bosque y del río amazónico” (02 de octubre de 2020), organizado por el Centro de Estudios Regionales Andinos Bartolomé de las Casas del Cusco. El video de la conferencia está disponible en https://www.facebook.com/379683552050833/videos/1762819993885801

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