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El Papa Francisco en Canadá

El Papa Francisco pide perdón a los pueblos indígenas en Canadá

En julio de 2022, el Papa viajó a Canadá para pedir perdón a los pueblos indígenas, ya que el proceso de colonización, crudo y genocida, azuzó el resentimiento y el dolor en la gente originaria. Francisco fue a dar la cara y los indígenas acogieron el gesto. Las heridas se están curando, pero no es suficiente. Para una reconciliación plena, para una iglesia en salida y amazonizada, es necesario el encuentro --y la reformulación-- de las espiritualidades católica y amazónica.

Peregrinación penitencial

Del 24 al 30 de julio de 2022, el Papa Francisco tuvo uno de sus viajes más difíciles: estuvo en Canadá, donde las escuelas residenciales cristianas habían provocado dolor, indignación y resentimiento en las familias indígenas. Francisco estuvo allí para pedir perdón, para dar la cara. Inédito. El Papa hizo que su peregrinaje sea una oportunidad de perdón, sanación y reconciliación.

Colonización

El choque de ambos “mundos” fue estricto, crudo, salvaje, eurocéntrico, antiecuménico y genocida. Hoy es fácil etiquetarlo, porque lo vemos desde la perspectiva del presente, pero en aquel entonces la colonización era la propuesta de avanzada; era, por así decirlo, la ideología del momento, como ahora es el neoliberalismo. Salvo contadas excepciones, el cristianismo fue absorbido, con sotana y todo, por la lógica de la colonización. 

Pido perdón

“Pido perdón por la manera en la que lamentablemente muchos cristianos adoptaron la mentalidad colonialista de las potencias que oprimieron a los pueblos indígenas. Estoy dolido. Pido perdón, en particular, por el modo en que muchos miembros de la iglesia y de las comunidades religiosas cooperaron, también por medio de la indiferencia, en esos proyectos de destrucción cultural y asimilación forzada… Pido perdón por todo el mal que los cristianos cometieron contra los pueblos indígenas”. Estas fueron las palabras de Francisco cuando estuvo, cara a cara, con los indígenas de Canadá.

Solo una institución madura y autocrítica, como la Iglesia Católica, puede asumir responsabilidades de hace más de 500 años atrás. Solo Francisco, cabeza de iglesia, tuvo el valor de poner el rostro frente al dolor y el resentimiento provocado por sus antecesores.

Perdonados

Las poblaciones indígenas de Canadá, ataviadas con una sobriedad sincera, han acogido la presencia y las palabras de Francisco. Al parecer, hace ya mucho tiempo --incluso podríamos decir desde el primer momento de la colonia-- algunas familias indígenas ya habrían abierto caminos de adaptación y reconciliación. O sea que empezaron a perdonar sin exigir el perdón de sus opresores.

Pero este ejercicio, el de perdonar, no es, por su puesto, una tarea fácil. Se requiere la habilidad de comprender el presente y transformarlo en beneficio propio. Se necesita, además, poner en práctica las instrucciones que provienen del mundo espiritual indígena. Explicaré esto más adelante.

Los que no perdonan

Curiosamente, aquellos grupos de indigenistas anticlericales, quienes, dicho sea de paso, no han vivido la crudeza de la colonización y tampoco han acompañado de manera permanente al indígena, son los que no olvidan, los que no perdonan, los que no quieren reconciliarse. Estos grupos son los eternos dolientes y resentidos, pero de un dolor ajeno que ya no existe, y, si existe, es porque ellos no se cansan de sacarlo a flote. Bueno, allá ellos que dicen que estudian y defienden al indígena, pero sin entenderlo. 

Puentes de reconciliación

Pero la tarea no está completada. Sí, considero que en el Perú hay una iglesia reconciliada y cooperante con el mundo indígena, pero eso no es suficiente. ¿Acaso basta con educar al indígena y darle salud? ¿Acaso basta con dar y dar y dar? ¿Acaso basta con formar catequistas indígenas e incorporar a las mujeres en el rito? ¿Acaso basta con una iglesia en salida? Pues no. Hace falta considerar un aspecto vital que está a la vista, pero que se nos escapa de las manos.


La reconciliación, el hermanamiento, la unión, la confraternidad, la siempre esquiva integración Iglesia Católica y pueblos indígenas, tendrá que buscarse en un encuentro de espiritualidades. El catolicismo debe imbuirse en la espiritualidad indígena de forma sincera y, por qué no, permanente; solo así cambiará y será una iglesia inculturada; es decir, la religión católica, la institución como tal, deberá probar la consistencia de sus preceptos en los estados modificados de conciencia. Deberá, por tanto, ingresar a la estructura no ordinaria que le proponen las plantas mágicas, sagradas y medicinales de los pueblos indígenas amazónicos. ¿Acaso Francisco no dijo, en su visita a Puerto Maldonado en 2018, en Perú, que la Iglesia Católica debe Amazonizarse? ¡Pues vamos!

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